Todo esto se quedaría en
aburrida teoría si no fuésemos capaces de poder mostrarlo gráficamente. El
mejor ejercicio que se puede hacer es utilizar The Business Model Canvas, que
permite ver y moldear en un solo folio –estructurado en nueve elementos– cuál es
nuestro modelo de negocio.
Hay
muchas formas de explicar cómo diseñar un modelo de negocio, “pero The Business
Model Canvas, creado por Alexander Osterwalder(http://alexosterwalder.com),
permite, de forma gráfica, explicarlo de manera muy sencilla”, recomienda
Megías.
Como explica Osterwalder en el libro Generación de modelos de
negocio (www.businessmodelgeneration.com), de Ediciones Deusto (Grupo Planeta),
“la mejor manera de describir un modelo de negocio es dividirlo en nueve
módulos básicos que reflejen la lógica que sigue una empresa para conseguir
ingresos. Estos nueve módulos cubren las cuatro áreas principales de un
negocio: clientes, oferta, infraestructuras y viabilidad económica”.
Lo que viene a decir The Model Canvas, sostiene el consultor Javier Megías, es
que “tienes una propuesta de valor, que es lo que te hace especial en el
mercado –y que está colocada en el centro del lienzo (ver la distribución en el
gráfico)–. Tu propuesta de valor la tienes que llevar a una serie de clientes
(que es lo que está ubicado a la derecha), con los que tendrás que establecer
una serie de relaciones. Y para llevar esa propuesta de valor a los clientes,
lo tienes que hacer a través de unos canales –comerciales, Internet, tiendas
offline, etc.–. Eso sería de puertas hacia fuera. De puertas hacia dentro (a la
izquierda en el lienzo), tienes las actividades y los recursos clave, es decir,
lo que obligatoriamente tienes que hacer y lo que es crítico dentro de tu
modelo de negocio, y los socios clave con los que vas a trabajar”. Y por
último, y no menos importante que los otros siete elementos, la estructura de
costes y las líneas de ingresos de tu negocio.
Asociaciones
clave
Entre los emprendedores, cada día, hay un mayor interés por establecer acuerdos
de colaboración con terceros para compartir experiencias, costes y recursos
(socios estratégicos, socios industriales, socios inversores, economías de
escala, etc.) que les permitan diseñar, desarrollar y gestionar sus proyectos
de negocio.
Como señala Megías, la pregunta es: “¿Con qué alianzas
vas a trabajar? Este es un aspecto que cada día se está potenciando más. Es lo
que se conoce como innovación abierta, ya que un emprendedor tiene que trabajar
en un ecosistema con más gente y con más emprendedores”.
Un ejemplo de trabajo colaborativo es el propio libro
Generación de modelos de negocio, de Alexander Osterwalder, que para su elaboración ha
contado con la participación de casi 490 colaboradores de 45 países. O uno de
los modelos de negocio innovadores de los que hablaremos después: crowdsourcing
o cocreación.
Estructura
de costes
Un aspecto que no se tie ne muy en cuenta cuando se define el modelo de negocio
es cuándo cobra tu empresa. El santo grial de los financieros son las
necesidades operativas de financiación que tiene que ver con ¿cobras de tu
cliente antes de pagar a tus proveedores? “Es el modelo Mercadona. Lo que gana
de los clientes que compran en sus tiendas lo tiene en el bolsillo 90 días
hasta que paga a sus proveedores. En un modelo así, tu obsesión tiene que ser
crecer, porque cuanto más creces más dinero tienes en el bolsillo. Y
curiosamente hay empresas con necesidades de financiación que acaban
ingresando, al menos, el 50% de sus ingresos por beneficios financieros. Es
decir, si esos 90 días pongo el dinero a rentar puedo ganar mucho más”, explica
Megías.
En contraposición a ese modelo está el de la consultoría:
“Contratas el proyecto con tu cliente –destaca este experto– y empiezas a
ejecutarlo. Dura tres meses y tus empleados ‘tienen la fea costumbre’ de cobrar
todos los meses. Estás invirtiendo dinero que aún no has cobrado para lograrlo
al final”.
De ahí que las necesidades de financiación sean un
elemento a analizar escrupulosamente, “porque un modelo con necesidades como
éstas tiene un problema: si crece mucho, puede morir de éxito. Imagina un
crecimiento del 200%, como vas a necesitar más empleados, ¿con qué vas a pagar
sus nóminas que ahora son más y no tienes hasta que no cobres? Incluso peor en
los casos en los que la consultora cobra sólo si tiene éxito. Por ejemplo, hay
empresas que trabajan con la Administración y cobran a 660 días, y eso genera
una tensión de tesorería tremenda”.
La tesorería manda. Megías considera que la tesorería es
la que manda: “Muchos suelen fijarse sólo en las ventas que generan y pueden
entrar en una espiral de la muerte, donde, aunque tengan mucho trabajo, cada
vez pierdan dinero. A menos que tengas un modelo estilo Mercadona o outlet
online, la tesorería manda”.
Carpintier recomienda “definir cómo financiarás un
negocio que, al principio, no es rentable. Haz un análisis de tesorería y
calcula qué dinero necesitarás en el tiempo hasta que seas rentable”.
Por eso, el modelo de negocio es un todo: “Hasta que alcanzas el breakeven, la
rentabilidad está en negativo. En ese sentido, hay que dimensionar de forma
conservadora para aguantar 1,5 veces el valle de la muerte”, puntualiza Megías.
Riera recomienda calcular cuánto ganas de cada venta y de
qué manera contribuye a cubrir parte de los costes de estructura, y las pérdidas
iniciales: “Analiza tu capacidad y velocidad de llegar a breakeven. Calcula qué
inversión inicial necesitarás, qué parte para cubrir las pérdidas iniciales
hasta llegar al punto muerto. Calcula el ciclo de venta hasta que llega el
dinero a tu bolsillo, que suele ser mucho más largo de lo previsto. Hay
previsiones que dicen que tendrás ventas a partir del segundo mes y, según qué
mercado, puedes estar más de seis meses invirtiendo sin generar ingresos”.
Tu
propuesta de valor
Es aquello que te hace diferente de la competencia… pero sin olvidar un pequeño
detalle: aquello que te hace diferente y por lo que tu cliente está dispuesto a
pagarte. Puedes tener la idea del siglo, pero si no tienes clientes, de nada
sirve. Ambos –propuesta de valor y cliente– se necesitan como el oxígeno para
respirar. “Hay emprendedores que diseñan su modelo alrededor de una propuesta
de valor centrada en resolver una necesidad determinada de un cliente, pero no
es por la que está dispuesto a pagar. Es una necesidad que le parece
interesante, pero de ahí a pagar por ella hay una gran diferencia. Cuando le
preguntas a los clientes qué cosas les gustaría tener, muchas no son cosas por
las que estarían dispuestos a pagar. Por eso, lo importante es que cubra una
necesidad por la que sí estén dispuestos a pagar”, subraya Megías. Para
encontrar propuestas de valor, Riera aconseja plantearse preguntas como: ¿esto
por qué se hace así? o ¿por qué siempre se ha hecho así?
Megías destaca que muchos emprendedores se dedican a
buscar cosas que a nadie se les haya ocurrido, cuando la mejor estrategia para
un emprendedor es resegmentar un nicho: “Imagina un mercado típico donde todo
se hace a medida, donde hay una fuerza comercial que tiene que hablar cara a
cara con el cliente y tratarlo con mucho cuidado –porque como todo es a medida
y son procesos de producción lentos–. Por qué no darle la vuelta a ese nicho y,
por ejemplo, en lugar de trabajar a medida, voy a hacer unos productos X e Y, y
mi canal de venta será Internet, y será autoservicio, y te lo serviré en cuatro
días y a un precio más competitivo. Muchas veces, los clientes no se han
planteado que se puede hacer otra cosa, porque nadie se lo ha ofrecido antes.
Si eres capaz de cambiar algo que existe ofreciéndole al cliente mejoras en todo
el proceso, puede funcionar muy bien”.
Relaciones
con los clientes
No menos importante, que el resto de elementos, es el tipo de relaciones que
quieres establecer con cada uno de tus segmentos de clientes. Y las relaciones
pueden ser, entre otras, personales (cara a cara, telefónicas, etc.),
automatizadas (a través de tecnología como e-mail, buzones...), a través de
terceros (externalización de servicios), individuales (personalizadas),
colectivas (a través de comunidades de usuarios). “La clave aquí es cómo vas a
conectar tu propuesta de valor con el cliente. Y eso tiene que ver con la
sensación que quieres que produzca tu marca en el cliente. Por ejemplo, ¿soy un
Corte Inglés, soy un Caprabo, soy un Zara, soy un Privalia, etc.? Es eso que es
tan difícil de explicar, pero que es lo que diferencia que te compren a que no
lo hagan”, sostiene Megías.
Actividades
clave
Ésta es una de las piezas más complicadas de definir dentro de un modelo de
negocio porque de ella depende que tengamos claro –y que así lo transmitamos al
mercado– qué somos y qué queremos ser. Como explica Osterwalder en Generación de modelos de negocio, a
modo de ejemplo: “La actividad clave del fabricante de software Microsoft es el
desarrollo de software, mientras que la del fabricante de ordenadores Dell es
la gestión de la cadena de suministros. A su vez, una de las actividades clave
de la consultora McKinsey es la resolución de problemas”. O como afirma Megías:
“No todas las actividades son clave, pero la producción o el marketing sí lo
son”.
Recursos
clave
Es el cómo vas a hacer tu propuesta de valor y con qué medios vas a contar:
humanos, tecnológicos, físicos (locales, vehículos, naves, puntos de venta,
etc.). Del estudio y análisis de este elemento depende, en gran parte, que el
negocio llegue a ser viable, no tanto porque la propuesta de valor encaje en el
mercado y haya clientes dispuestos a pagar por tus productos y/ servicios sino
más bien porque mayores o menores recursos requerirán de mayores o menores
esfuerzos financieros, intelectuales, de acuerdos con terceros, etc. De ahí que
sea muy importante definir y valorar si, por ejemplo, vas a necesitar un equipo
de ventas propio, externalizado; o si vas a llegar al cliente a través de una
red de tiendas propias, franquicias u on line; o si vas a necesitar una flota
de camiones o todo un complejo sistema logístico o vas a utilizar los recursos
de socios estratégicos.
Fuentes
de ingresos
Es la consecuencia de lo demás, pero paradójicamente tiene que ser a priori, es
decir, antes de empezar debes saber cuáles serán tus fuentes de ingresos. Eso
sí, no las definitivas, porque todo negocio evolucionará y su modelo, también.
La rentabilidad. “En Internet estaba de moda montar un
proyecto sin tener un modelo. Twitter o Facebook son dos ejemplos claros de que
empezaron ofreciendo el servicio sin rentabilizarlo al principio, porque
nacieron con mucha financiación y lo que quieren inicialmente es ganar volumen
para luego estudiar cómo entrar en la senda de la rentabilidad: ¿a través de
publicidad, servicios premium, etc.?”, afirma Javier Martín, editor de Loogic.com.
Según Martín, lo que ocurre en España es, primero, “que
no hay proyectos que nazcan con tanta financiación que les permita empezar sin
saber cómo ganar dinero y, segundo, que los inversores no dan dinero sin tener
definido un modelo y sin explicarles cómo vas a rentabilizar su dinero.
Cualquier emprendedor tiene que conocer antes cómo lo va a rentabilizar, aunque
luego cambie cosas a medida que vayan surgiendo nuevas opciones”.
¿Cómo generar ingresos? El experto en creación de
empresas y profesor de Esade Joan Riera habla
de lo que se conoce como la mecánica de generación de beneficios: “Consiste en
ver que tienes un motor que, al arrancarlo, no se cala. Se suele diseñar el
modelo con todas sus piezas y poner el motor en marcha para estudiar su
mecánica de generación de ingresos. Imagina que vendes 100 unidades de tu
producto y ves qué cuesta cada producto de manera marginal, qué costes de
estructura tienes detrás, etc., así como qué perdidas iniciales tendrás, qué
inversión inicial harás... En esta fase, debes hacer grandes números,
cuantificar y ver que, además de que el motor no se cale, tienes capacidad de
generar unos ingresos que son superiores a unos costes, unos márgenes y unos
beneficios”.
En esa proporción, afirma el profesor de Esade Business
School, cuanto más vendas, más ingresos tendrás, y también más gastos, pero con
un beneficio que podrás reinvertir. “Esta mecánica de relojero, en la que le
das cuerda y observas cómo se mueve y ajustas y afinas algunas piezas, te
permite incluso ver, por ejemplo, que tus costes de estructura son excesivos o
saber cuánto tiempo tardarás en superar el punto muerto, obtener beneficios o
cuántas unidades necesitarás para empezar a ser rentable. Te permite
preguntarte ¿por qué son elevados los costes? Ah, por esto y por esto otro. ¿Y
si cambiamos esto por aquello? ¿Y si externalizo esa fase? ¿Y si me centro en
esta actividad y retraso aquellas otras? ¿Cuáles son tus márgenes? ¿Puedo
ajustarlos más? ¿Cuánto tengo que vender para cubrir costes? O pensar: ¿opto
por un modelo de rotación o de margen?”.
Segmentos
de mercado
La propuesta de valor es
importante, pero no más que los clientes. Son el centro de cualquier modelo,
porque sin clientes no hay negocio. Y esto que puede parecer una perogrullada
de manual no se suele tener muy en cuenta. La causa suele ser que muchos
proyectos nacen enfocados a producto y no al cliente.
Y eso ¿qué riesgos implica? Tu idea puede ser maravillosa
–o parecértelo a ti–, pero sin ningún interés comercial. “Suele pasar en
proyectos lanzados por ingenieros –aclara Riera– muy orientados a cómo lo voy a
hacer, qué funcionalidades ofreceré… proyectos muy enfocados a producto.
Después se plantean buscar si alguien está dispuesto a pagar por su producto”.
La principal causa de fracaso en este sentido, considera Riera, es aquella
vinculada a ventas: “Estamos enamorados de nuestro invento, pero no hay nadie
que quiera pagar por ello, porque no cubre ninguna necesidad ni soluciona
ningún problema. Por eso, lo primero es encontrar un cliente y una propuesta de
valor para ese cliente”.
La obsesión por encontrar clientes no debe llevarte a
disparar a bulto, pensando en que cuanto más abarques, mejor. No creas que tus
clientes son todos. Inicialmente, focaliza, y ya habrá tiempo –según evolucione
la empresa– para ampliar y/o cambiar los segmentos de clientes.
“Lo ideal –dice Megías– es buscar un nicho, cuanto más
pequeño y vertical, mejor, porque un nicho resuelve la necesidad de un grupo
muy concreto, normalmente no muy bien atendido, con lo cual suele estar
dispuesto a pagar por ello”.
Canales
Este elemento incluye tanto los canales que vamos a utilizar para explicar a
nuestros clientes cuál es la propuesta de valor como para ofrecérsela (venta y
postventa). Como explica Osterwalder en Generación de modelos de negocio,
se pueden utilizar y combinar diferentes canales (directos e indirectos y
propios y de socios). Así, un modelo podría elegir y/o combinar entre un equipo
comercial propio, una tienda online, una tienda física propia o de terceros,
mayorista, etc. “Los canales de socios reportan menos márgenes de beneficios,
pero permiten a las empresas aumentar su ámbito de actuación y aprovechar los
puntos fuertes de cada uno de ellos. En los canales propios, especialmente en
los directos, los márgenes de beneficios son mayores, pero el coste de su
puesta en marcha y gestión puede ser elevado. El truco consiste en encontrar el
equilibrio entre los diversos tipos de canales para integrarlos de forma que el
cliente disfrute de una experiencia extraordinaria y los ingresos aumenten lo
máximo posible”.
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